Noche, oscuridad.
La noche es lo escondido, lo oscuro, lo desconocido. La
noche infunde miedo, misterio y a la vez es atrayente. Es la vía de escape a la
rutina del día. En la noche se manifiesta “la otra cara” de todo y de todos. En
ella tienen cabida las más altas y también las más bajas pasiones. Es el
escenario de delincuentes y enemigos de la ley. Pero también es donde ocurren
cosas maravillosas. La noche es la aliada del anonimato. Muchas veces, lo que
ocurre en la noche no llega a conocerse cuando aparece el día.
La mayoría de nosotros utiliza la noche para desconectar del
día. Salimos con nuestros amigos o parejas a tomar algo, a bailar, a
emborracharnos, a cenar, al cine o simplemente a pasear, con el incentivo de
que todo puede ocurrir cuando nos sumergimos en la oscuridad nocturna.
Ausencia de luz, otra
percepción
Dentro de las características que configuran la noche, una
de las más obvias es la ausencia de luz, o lo que es parecido, el predominio de
la oscuridad. Esto, que para la gran mayoría de personas es algo más que
evidente, resulta que profundizando un poco más, no deja de ser una cuestión de
percepción.
La mayoría de datos,
de información exterior la realizamos a través del órgano de la visión (85%). Éste
nos condiciona totalmente y nos ha llevado hacia un mundo estructurado y
concebido fundamentalmente desde la base del estímulo visual.
Paulo Coelho escribió:
“¿Qué es la realidad?
Es lo que la mayoría consideró que debía ser. No necesariamente lo mejor, ni lo
más lógico, sino lo que se adaptó al deseo colectivo.”
Veronika decide morir. Editorial Planeta, 2002.
Es decir, el mundo exterior nos produce unos estímulos. De
ellos, unos se repiten en la mayoría de individuos. Estos estímulos que la colectividad
percibe, a convenio, se le llamó realidad. Hablamos, pues de realidad
ordinaria. Por el contrario, el resto de los estímulos no comunes lo llamamos
realidad no ordinaria, la que no puede
ser compartida ni entendida por la mayoría de la sociedad. Esas diferencias que
no han podido ser absorbidas por la masa en conjunto, son agrupadas formando
pequeñas minorías. Dado que, como ya hemos dicho, la realidad es una cuestión
de percepción. De esta forma, la noche (la ausencia de luz) es algo relativo
para según qué minorías. Por ello, hemos decidido centrar nuestro trabajo en
una de esas minorías que, por razones de peso, no pueden percibir ni la noche
ni el espacio que nos rodea como lo hacemos cualquiera de nosotros. Nos
referimos a las personas invidentes.
En un principio
pensamos en la noche eterna como metáfora de las personas que no ven. Creíamos
que vivían en una oscuridad permanente. Ingenuamente supusimos que el ser
invidente era sinónimo de llevar una venda en los ojos. Todo ello pensado desde
la perspectiva sensible a la realidad visual.
A raíz de una cantidad de experiencias
compartidas con personas privadas de la visión y con diminuta percepción
visual, fuimos desanclándonos de esa postura: no ver es equivalente a deambular
por la oscuridad perpetua.
Por la noche eterna.
El nervio óptico transmite los impulsos eléctricos generados en la retina al cerebro, donde son procesados la corteza visual."
Es decir, que toda la información del exterior no es más que una interpretación que tiene lugar en la zona trasera del cerebro. Toda esa proyección del mundo, ¡no son más que impulsos eléctricos! Electricidad que salta de un neurotransmisor a otro hasta llegar a esa sección posterior de la cabeza. Como había dicho: lo que vemos es una interpretación
Nuestro sistema
visual funciona por un complejo conjunto de elementos fisiológicos que se
realicionan entre sí. El transtorno o daño de algunos de ellos conlleva a
problemas de visión.
Sintetizando: "El ojo es la puerta de entrada por la que ingresan los estímulos luminosos que se transforman en impulsos eléctricos gracias a unas células especializadas en la retina que son los conos y bastones.
Es decir, que toda la información del exterior no es más que una interpretación que tiene lugar en la zona trasera del cerebro. Toda esa proyección del mundo, ¡no son más que impulsos eléctricos! Electricidad que salta de un neurotransmisor a otro hasta llegar a esa sección posterior de la cabeza. Como había dicho: lo que vemos es una interpretación
En definitiva: el hecho de que la mayoría de la sociedad se
beneficie de la visión no implica un superior conocimiento de la realidad. Por
ello nos centramos en los invidentes, quienes no sufren un menor conocimiento
de ésta. Simplemente lo interpretan de forma distinta.